Te recuerdo desde aquel no tiempo que se posa
aterciopelado bajo el nervio unigénito; mientras la distancia se abraza
en la mirada y cuando ya no basta el cuerpo en este rito
eterno de nuestro deseo, tus labios finitos, lluviosos,
alivian la memoria de ese olvido crucificado
en la tarde Gólgota de mi piel y, entonces, desclavas mis
heridas, llevas el ungüento que espera urgente
su propósito, al empezar la noche, la noche
gitana en que tu recuerdo, me hizo carne para
esperarte.
aterciopelado bajo el nervio unigénito; mientras la distancia se abraza
en la mirada y cuando ya no basta el cuerpo en este rito
eterno de nuestro deseo, tus labios finitos, lluviosos,
alivian la memoria de ese olvido crucificado
en la tarde Gólgota de mi piel y, entonces, desclavas mis
heridas, llevas el ungüento que espera urgente
su propósito, al empezar la noche, la noche
gitana en que tu recuerdo, me hizo carne para
esperarte.