son las dos y cero cinco de la tarde de un lunes de marzo;
una cuculi atravieza con su canto inoportuno para el sentir de mi alma, la ventana q refleja la luz verde q se estanca en mi soledad;
su trova se me torna en olvidos, en ecos de deseperanzas, en la fugacidad de esta existencia suspendida en mi experiencia de la nada
una cuculi atravieza con su canto inoportuno para el sentir de mi alma, la ventana q refleja la luz verde q se estanca en mi soledad;
su trova se me torna en olvidos, en ecos de deseperanzas, en la fugacidad de esta existencia suspendida en mi experiencia de la nada
0 Comments:
Post a Comment
<< Home